El día anterios edité un podcast y lo subí a las plataformas correspondientes. Cuando hago eso trato de hacer como cuando echas una carta al buzón, te das la vuelta y te olvidas, das por hecho que va a llegar.
Paso a lo siguiente.
Sigo avanzando.
Es algo que hago semanalmente, casi automatizado, no pienses que vivo por y para el podcast.
No habían transcurridos ni 12 horas cuando sucede algo realmente inesperado, recibo un correo muy ofensivo. Un correo de esos que marcan la diferencia, que te hacen replantearte quien es la otra persona que te está escuchando al otro lado o qué está haciendo con una posible foto que haya imprimido mia en su casa.
Cuando publico es normal que los oyentes comenten y que yo lea comentarios como:
«me ha encantado el capítulo»
«gracias por este contenido gratuito tan valioso»
«¡vende humo!»
«¡Quiero un hjijo tuyo!»
Hasta ahí todo normal, son mensajes comunes para capítulos comunes.
Pero…..
El otro día leí un comentario que se salía de lo normal, fue realmente…. no se si llamarlo duro, raro o sobrecogedor. La cuestión es que me hizo incorporarme en la silla y carraspear mi garganta levemente mientras lo leía.
El correo decía lo siguiente:
«Pero qué hijo de p….. era eso!! justo por esto es por lo que no era rentable, es justo esto en lo que fallaba, pero que hijo de p… que cabr…..!!!
Llevo más de diez años invirtiendo y nunca me había fijado en esto. Eres un crack!! que maravilla! que hijo de p…
Gracias gracias gracias!!!!»
Entonces me di cuenta de que una de dos, o el contenido que hago es verdaderamente valioso, o que corro peligro hablando sobre mi vida y mi estilo de inversión en un podcast cualquiera.
Pero si quieres que
te lo explique y te lo desarrolle, puedes
pinchar aquí.