Llegó la Navidad, y con ella siempre tendemos a hacer balance: ¿Cómo ha ido el año? ¿Qué fue aquello que me propuse? ¿Cómo me imaginaba al final de 2024?
¿Has alcanzado tus objetivos empresariales? ¿Tus metas principales? ¿Lograste aquello que te planteaste al inicio?
La Navidad también viene cargada de expectativas:
• “Este año empiezo…”
• “De este año no pasa…”
• “Seguro que este será mi año…”
Yo nunca hago nada de eso. A menudo me concentro en disfrutar del día y aprovechar el momento. Nunca dejo nada para mañana, si puedo hacerlo hoy.
Cada día escribo en un cuaderno mis reflexiones: a quién voy a ayudar y cómo lo haré.
Agradezco a Dios y a mi padre todo lo que tengo.
Todo lo que soy.
Y lo hago cada día, sin depender de estaciones, ni de lunes, septiembres o eneros por venir.
Lo hago cada día.
Pero hoy, mientras estaba grabando, la puerta se abrió y apareció mi amigo Miguel Ángel.
Traía cava y copas.
Hizo preguntas interesantes y juntos analizamos oportunidades de inversión.
Esto es lo que resultó.
Hoy no voy a venderte nada. Solo quiero desearte unas felices fiestas.
Quiero agradecerte por seguir este programa y esta newsletter.
Entendería si un día dejaras de escucharme.
Entendería si dejaras de leerme.
Pero no lo haces, y por eso, te doy las gracias.
Aquí te dejo un regalo.
Espero que te saque una sonrisa, pero más que eso, espero que te enseñe algo.
.
«Sueño con mi madre abrochándome el abrigo,
fotos de mi vida en las acequias»