Desde pequeño me han dejado claro que tenía que ser buena persona y que tenía que estudiar.
Siempre he escuchado eso de que hay que estudiar mucho, ser competitivo en las entrevistas de trabajo, hombres de provecho y ser metódico y continuo.
Me han dicho que sea noble, un buen amigo, que trate con respeto a las personas, con respeto y educación a las mujeres y que cuide de mis hermanas, ah! y que tenga paciencia con las personas mayores.
Me han dicho que me peine bien, que me duche a menudo, que cuide mis dientes. Me dijeron que rezara.
He intentado caer bien, que me caiga bien todo el mundo, comprender, escuchar y ayudar al que podía.
He sido generoso, he intentado ser simpático aunque no he sido nunca perfecto e hice cosas de las que quizás me arrepiento. Aunque estuviera cargado de enseñanzas.
Me equivoqué.
Mentí.
Robé.
Y me enfadé con mis padres.
Me puse triste, pasé hambre, sentí envidia.
Lloré.
Intenté ser buena persona pero no siempre lo fuí. No supe perdonar y a veces no supe pedir perdón.
Mi padre me decía que ahorrara.
Pero nunca me dijo que invirtiera.
Podía haber invertido 20 años antes de cuando lo empecé hacer.
Podía haber comprado Apple por debajo de un dólar.
El DowJones por debajo de 5000 puntos.
Podía no sólo haberme salvado, podía haber salvado a mis padres y a mis hermanos.
Podía haber invertido el 10 por ciento de los veinte duros que me daban mis padres.
Podía haber invertido el 10 por ciento de las 5.000 pesetas que me ganaba por sacar cinco cubos de basura todas las noches de cinco portales distintos.
Pero todo pasa por algo, lo único que ocurre es que no lo comprendemos.
Se que piensas que 20 años por delante son muchos años, pese a que van pasar igual.
Se que piensas que llegas tardes.
Y si te soy sincero nada puedo hacer para que tu situación cambie.
Pero puedo hacer que cambies algo. Y que así la cambies tu. Sólo tienes que sacar el libro que hará que se gire la puerta secreta giratoria.
Saca el libro.
Como decía alguien:
«Aunque nada cambie, si tu cambias, todo cambia»
