Haz un ejercicio: busca la lista Forbes y selecciona a los diez primeros. Los más ricos del mundo. Aunque podrías hacerlo también con las mejores celebridades o los mejores restaurantes, hoy vamos a centrarnos en ellos: los más ricos.
Pregúntate si fue cuestión de suerte.
Pregúntales qué hacen los viernes y sábados por la noche.
Si alguno ha publicado libros, léelos.
Viste como ellos. Actúa como ellos. Piensa como ellos.
Y luego vuelve a preguntarte: ¿es cuestión de suerte? ¿O te da más envidia quien vive de una paga del Estado, como si eso fuera “chupar del bote”?
Pensar como un rico te cambia la vida. Si no lo crees, hazlo durante 500 días. Piensa, actúa y vive como lo haría alguien verdaderamente rico.
Pero pensar como los mejores inversores del mundo ya no solo cambia tu vida: te compra un billete solo de ida hacia la libertad.
Hay dos cosas que no entiendo de Warren Buffett. No sé qué me da más rabia: que se jubile con 92 años… o que no se haya gastado ni un duro de los 2.000 billions que tiene.
Algo cambia en ti cuando superas cierto nivel de riqueza y entiendes el juego del dinero.
Ya no compras Prada. Compras activos baratos que multiplican tu cuenta.
Ya no te dejas 500 € en vino. Inviertes en un viñedo.
Y empiezas a tener otros miedos: miedo a depender de una nómina, miedo a fichar, miedo a esa rutina que te deja siempre con el agua al cuello, contando días hasta fin de mes mirando google calendar en un teléfono pagado a plazos.
Cada uno con sus miedos, sus logros y sus propósitos.
Pero hoy solo quiero explicarte una cosa:
Cómo piensan los mejores inversores.
Y darte una respuesta:
¿Por qué cada vez que inviertes en algo sientes que llegaste tarde? ¿Que se acabó la fiesta?
La razón es muy clara.
Se llama flujo de capital.
Te pasas los meses (o los años) corriendo detrás del dinero. Persiguiendo tendencias. Y nunca logras anticiparte al ciclo.
Pues eso se acabó.
Aquí lo entenderás.
Aquí lo desarrollarás.
