Me habréis escuchado decir muchas veces que la clave que me hizo triunfar en la vida fue saber —y ser plenamente consciente— de que yo soy el máximo responsable de todo lo que me sucede.
Muchos odiarán esta afirmación, porque prefieren confiar en un boleto premiado o en que su voto cada cuatro años lo cambie todo.
Pero a mí, esta fora de pensar, me cambió la vida.
Saber que daba igual desde dónde partía, que la verdadera riqueza estaba dentro de mí, y que solo yo podía decidir si me convertía en un creador de valor… o en un mantenido por el Estado, lo cual me convertiría también en su víctima.
Víctima del conformismo y la dependencia.
Muy distante de eso hoy me siento independiente. Libre. Aunque sé que tengo que andar con cuidado, porque personas como yo no interesamos ni al Estado, ni a la banca, ni a los políticos.
Llevo años autoconstruyéndome. Creciendo de forma exponencial al ritmo del interés compuesto, con cada pequeño gesto que fui sumando. Pero fue en 2020 cuando llegó mi punto de inflexión. Un gran viraje hacia la riqueza. Una crisis sanitaria que tumbó mi cartera… y que, gracias a una mente neutra y con visión, pude convertir en una oportunidad para triplicar mi patrimonio.
Fue entonces cuando decidí contar todo lo que estaba viviendo en los mercados. Cómo los gestionaba. Cómo los interpretaba.
Desde mi forma de invertir hasta lo que pienso sobre las ofertas del supermercado y el lonchafinismo, métodos de ahorro o negocios digitales que he creado.
Hoy he cumplido 200 capítulos. Desde que emepecé a hablar por el micrófono.
Para alguien que lleva 10 años en esto, quizás sea poco.
Para quien acaba de grabar su primer episodio, le sonará a mucho.
Por ello, eso que dicen de que nunca hay que compararse.
Viejo, pero más viejo que quién…
Bajo, pero más bajo que quién…
Cuánto he aprendido grabando.
Y cuántas personas he conocido por el camino.
Hoy te dejo un resumen de mi filosofía de vida y de inversión.
No vengo a venderte hoy nada, sólo espero que te sirva esto de algo.
“La verdadera riqueza estaba dentro de mí,
y solo yo podía decidir si me convertía en un creador de valor o en una víctima del conformismo.”
