Quien de verdad me conoce sabe que soy una persona que ahorra sin más, es decir, suelo pagarme a mi primero de cada trabajo que cobro. Generalmente un 30% y con el resto del dinero, lo quemo, me quema, lo pulo, lo gasto, lo mal gasto, lo disfruto, lo tiro.
Odio los excell que contabilizan los gastos familiares, los que planean los presupuestos mensuales, me dan tanta grima como pagar un viaje a plazos, buscar las ofertas o preguntar por el combo de desayuno: zumo de naranja en polvo, media de aceite y café por 5€.
Soy una persona ahorradora, por lo demás vivo la vida como si hoy fuera el último día.
Estoy tranquilo, el dinero me lo permite.
Estoy feliz, el dinero me lo permite.
Tengo ciertos poderes, el dinero me lo permite.
Invito yo siempre, el dinero me lo permite.
Pero al fin y al cabo es mi vida, es mi forma de vivirla, y así he trabajado cada día para poder hacer lo que hago, para estar donde quiero estar.
Pero, pero, pero….
Hay una frase que odio
Una frase que si algún día la utilizara emplearía todas mis fuerzas para tratar de cambiar mi vida
Haría terapia
Iría a un psicólogo
Me drogaría
Si alguna vez me escucháis utilizar esta frase…
matadme…
Nada peor que escuchar a alguien decir:
Mañana, por fin «juernes»
Ha día de hoy no me importa la jubilación porque no planeo hacerlo, me encanta mi trabajo.
Ha día de hoy no me preocupa arruinarme, puesto que conozco el juego del dinero, me bastaría 5 años retomar mi posición.
Si no estoy donde quiero estar, si miro el reloj porque el tiempo pasa lento, si sé de memoria los puentes y festivos para este año desde Enero.
Haría lo posible por cambiar.
Por romper mi velocidad de crucero que te hace viejo y te pone «cuerpoescombro».
Crearía en mi una revolución.
La revolución nace en ti, la revolución nace
aquí.
No cambiarás nada si no cambias nada